La idea de este libro nació en la barra de un bar. Un compañero de tertulia de los viernes, mi buen amigo Bibiano Torres, historiador de América jubilado, un gran intelectual de la vieja guardia de Ramón Carande, Domínguez Ortiz o Morales Padrón, me puso el cebo. Por aquellas fechas, hace ya cinco años, Bibiano estaba clasificando los archivos de la iglesia de San Ildefonso de Sevilla. Muy cerca de la plaza de la Alfalfa. Un viernes de tertulia llegó, me buscó y sobre la barra del bar dejó medio folio escrito a ordenador. Bibiano había transcrito el requerimiento que un abogado dirigía al párroco de la iglesia. Pedía información sobre el marido de una feligresa que había solicitado a la autoridad militar una demanda de divorcio en el año 1813 para defenderse de los “malos tratamientos”. Inmediatamente me di cuenta que en ese texto estaba el germen de una novela.
Y así fue, aquél medio folio se convirtió en “Áspera seda de la muerte”, XXI Premio de Novela Ciudad de Badajoz
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